martes, 23 de noviembre de 2010

EL APRENDIZAJE: Escuela de rock

El guitarrista Dewey Finn (Jack Black) es revoltoso, es un rebelde en contra del sistema, es completamente irreverente y es un fanático creyente en el poder del rock and roll. Aficionado a arrojarse en brazos del público desde el escenario y a ejecutar solos de guitarra de 20 minutos de duración, Dewey está decidido a llevar a su grupo rockero hasta la victoria final en la versión local de la "Batalla entre Bandas"... pero sus compañeros de grupo le echan del mismo.
Desesperado, sin dinero para pagar el alquiler, Dewey malvive en un apartamento lleno de paquetes vacíos de comida-para-llevar-a-casa. Un día coge una llamada para su compañero de piso Ned (Mike White) y sin pensárselo mucho acepta un trabajo de profesor sustituto en la prestigiosa escuela primaria de Horace Green. Una vez allí, se encuentra estrechamente vigilado por la estricta directora Mullins (Joan Cusack). Pero si bien Dewey no tiene ni idea de dar clases, lo cierto es que sabe ganarse la confianza de sus jóvenes estudiantes. Un día los escucha por casualidad en la clase de música de orquesta y entonces decide convertir a estos niños prodigios de la música en una banda de rock duro de alto voltaje, consiguiendo cambiar sus vidas para siempre.


Esta película, posiblemente una simple comedia para entreter al público y pasar despaercibida en las críticas y listas más prestigiosas, puede sernos úil a la hora de explicar la educación de una manera distinta.
En el vídeo de Roger Schank y Eduardo Punset se nos revela que la educación dinámica y divertida es mucho más efectiva que la teórica. Cuando Dewey decide impartir clases de rock a niños que han sido educados para tocar música clásica sin haber tenido otra opción, vemos como los niños se entregan a la causa, al aprendizaje de la música.
Podemos sacar en claro que la imposición hace que el onterés por algo se pierda, que las opciones y el dinamismo hacen que la educación, el aprendizaje lleguen a buen puerto. Si algo nos interesa no dudaremos en preacticar y disfrutar con lo que hacemos, de ahí que aprendamos más eficientemente. Puede que incluso el número de horas necesarias para llevar a cabo la tarea se reduzcan y se hagan de forma más elaborada y entregada, sin esperar una calificación o una buena nota, sino por el simple hecho de que realmente queremos hacerlo.

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